La segunda novela larga de Dostoievski reelabora el motivo del “loco santo”, la persona en apariencia ingenua que tal vez, en el fondo, sea sabia. El “idiota”, en este caso, es el santo príncipe Mishkin, un epiléptico (como el propio autor) que encontramos cuando regresa a Rusia de un sanatorio suizo para alojarse con una pariente lejana, la señora Yepanchin, esposa de un acaudalado general. Ambientada en el San Petersburgo de a década de 1860 que evolucionaba con gran rapidez, la narración describe el impacto que causa Mishkin en los Yepanchin y el medio social en que viven.
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